Mestres Cabanes fue escenógrafo del Liceo, pero también fue un escenógrafo con un valor artístico muy superior al estrictamente local y forma parte de una tendencia escenográfica perfectamente definida en el ámbito internacional: la escenografía wagneriana. Mestres Cabanes no se limitó a hacer decoraciones de óperas clásicas; coincidiendo con el fervor wagneriano en Cataluña, se convirtió, casi sin quererlo, en uno de los mejores escenógrafos wagnerianos de todos los tiempos. El artista creó estas decoraciones en el punto dulce de su carrera artística, cuando ya dominaba completamente todas las técnicas y todos los problemas de la escenografía. Mestres Cabanes restauró algunas antiguas decoraciones del Gran Teatro del Liceo en el taller del Circo Barcelonés. Bajo la dirección de Salvador Alarma, habían pasado las óperas más populares de todas las épocas: Boris Godunov, La africana, El barbero de Sevilla, Carmen, El caballero de la rosa, Los maestros cantores de Nuremberg, Tannhäuser, Tosca, Aída, Rigoletto, Thaïs, etc. Había estudiado, trabajado y desmenuzado cada rincón del escenario. Sabía lo que daba buenos resultados y lo que los estropeaba. Esto pasó hacia los años veinte y cuando, en 1941, aceptó instalarse en el taller del Liceo y trabajar en nuevas decoraciones, el artista que ocupaba el cargo era, con diferencia, el máximo exponente wagneriano de nuestro país y uno de los mejores de Europa. De las ocho óperas que escenificó en el Liceo, las primeras fueron los actos I y II de Lohengrin (se mantuvo la cámara nupcial de Vilomara), que se estrenó el 22 de enero de 1942. En aquellas primeras decoraciones wagnerianas, Mestres ya pudo plasmar con total libertad el resultado de todos sus estudios e investigaciones de perspectiva. El detallismo y la veracidad que imprime a su obra son impresionantes y el contraste de luz y sombras son estudiados al máximo. Ese mismo mes de enero de 1942 se estrenó la segunda de las ocho escenografías y los tres cuadros del acto II del Parsifal. El resto de la decoración era de Vilomara i Junyent. Posteriormente, el Liceo le iría encargando las decoraciones para Ariadna (donde combinó elementos suyos con otros ya existentes, pero sólo se utilizó en la temporada 1942-1943 y ya no se ha vuelto a utilizar), Los maestros cantores de Nuremberg (cuatro cuadros), Aída (siete cuadros notables por su profunda veracidad y por su fidelidad histórica), Sigfrido (cuatro cuadros), Canigó (un cuadro), y Tristán e Isolda (tres cuadros; esta ha sido la escenografía de Mestres que más veces se ha utilizado en el Gran Teatro del Liceo). El proceso que sigue Mestres es el mismo en cada ocasión: primero hace un boceto completo y detallado. Este boceto, lo colorea y le incorpora alguna figura para estudiar las proporciones. A continuación se entrevista con el responsable de máquinas del escenario para discutir los problemas que pudieran aparecer. Después realiza el boceto en forma de teatrino. Aquí puede estudiar como es debido los errores que el proyecto pueda presentar, puede estudiar la iluminación adecuada, corregir, mejorar, etc. y, después de haber presentado la maqueta, para su aprobación, a los responsables de la obra, y del visto bueno de la Sociedad del Gran Teatro del Liceo, todo queda listo para la realización de la escenografía propiamente dicha. Finalmente se prepara una cuadrícula a escala sobre cristal o celofán, que se colocará sobre las distintas piezas sueltas de la maqueta para poder pasarlas a tamaño natural. |
Teatrino de Parsifal. Acto II, cuadro segundo: Jardín hechizado de las chicas-flor.
Teatrino de Aída. Acto III: Junto al Nilo, cerca del Templo de Isis, de noche (1945). |